Real e Ilustre Cofradía del Santísimo
Cristo de los Mineros

Semana Santa La Unión

HISTORIA de la semana santa de la Unión

Origen

Aunque existen vestigios de la existencia de desfiles pasionales en El Garbanzal cuando pertenecia al municipio de Cartagena, su verdadero impulso se desarrolló en Las Herrerías a partir de 1867, siete años después de haberse constituido el nuevo municipio, como consecuencia del auge que tuvo la minería en la segunda mitad del siglo XIX.

El vínculo entre las procesiones de La Unión y las de Cartagena se remonta al mismo origen de las primeras porque fue el joven cartagenero Adolfo Bilbao Jiménez, nacido alrededor de 1845 y asentado por matrimonio en la ciudad minera, quien lideró el enorme esfuerzo de poner en marcha unas procesiones de Semana Santa que emularan a las de su ciudad natal, y se ha mantenido a lo largo de los años mediante la introducción de elementos característicos de una en la otra, la compra y/o donación de imágenes o la pertenencia de propietarios mineros y fundidores a las cofradías de ambas ciudades. Adolfo utilizó su fortuna familiar para facilitar el progreso social de una población eminentemente industrial, utilizando las instalaciones de la fábrica de fundición de minerales de la familia de su mujer, denominada «San Juan Bautista» o «De los Morenos», situada en Las Herrerías, para organizar todo tipo de actos culturales.

En ese centro de «luz», fue donde se fraguó, alrededor de 1870, la puesta en marcha de las procesiones de Semana Santa. Para ello se apoyó en el deseo vecinal, en un grupo de amigos fieles, en acaudalados residentes dispuestos a apoyar económicamente y en la «Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno», fundada en noviembre de 1867, que tenía entre sus objetivos fundacionales la celebración de los desfiles pasionales.

Este grupo de emprendedores visionarios tuvo claro, desde el principio, que las procesiones debían cumplir con su finalidad religiosa, pero también con la de atraer al público, en especial de otras ciudades. Al principio salieron solo dos procesiones, el miércoles por la tarde y el viernes por la mañana, que se iniciaban con un numeroso y vistoso grupo de granaderos de caballería, a los que seguían los sucesivos tronos, todos ellos precedidos de una banda de música, y diseñados con materiales de lujo, mucha luz y abundantes flores, desfilando en perfecta armonía y con un orden admirable, al son de una música religiosa bien escogida.

Procesión Viernes Santo. Colección Asensio Sáez.

Periodo de 1873 a 1900: intermitencia

Después de la repentina muerte de Adolfo Bilbao en 1873, con apenas veintiocho años, sus amigos continuaron con su legado en un proceso difícil que en un principio se benefició por el periodo de reconstrucción de Cartagena tras el episodio cantonal y la inauguración del tren a vapor en 1874, pero que tuvo varias intermitencias a lo largo de los años, en función de las sucesivas crisis mineras, dando todavía un carácter más «único y singular» a las procesiones de La Unión. La dificultad para financiarlas con las cuotas de los hermanos y los donativos era cada vez mayor, por lo que se tuvo que recurrir a la ayuda del ayuntamiento a partir de 1888, y a cerrar complicados acuerdos anuales con los gremios para que cada uno de ellos financiara un paso y poder salir, hecho que era anunciado con tambores por las calles.
En esta época los actos de Semana Santa se dejaron influir por el ambiente violento que dominaba la ciudad, como la costumbre de disparar armas de fuego el día del Sábado Santo, cometiéndose con frecuencia algunos abusos que eran denunciados por la prensa.
En los años de bonanza económica de finales del siglo XIX se incorporó la procesión del viernes por la tarde, y algunos elementos nuevos, como los paseos nocturnos de los tercios de judíos, hasta que dejaron de salir definitivamente al principio del nuevo siglo.

Periodo de 1913 a 1927: la llegada del Cristo

En 1913 el ayuntamiento atravesaba una situación financiera muy complicada por la supresión del impuesto de consumos a nivel nacional, por lo que varios empresarios y representantes de la sociedad unionense decidieron recuperar las procesiones de Semana Santa, como una forma de recuperación económica y renacer de la ciudad minera.
Uno de los mayores precursores, junto con el párroco Eloy Villena, fue Andrés Teutón Bisso, propietario minero cartagenero asentado en La Unión, que, debido al éxito popular de los desfiles, decidió que la brigada de bomberos que dirigía contase con un paso de Semana Santa, presidido por la imagen de un Cristo. La talla, del escultor’ valenciano José Gerique, llegó a La Unión en julio de 1913 y se le veneró como «Cristo de los Bomberos». La primera guerra mundial produjo una grave crisis minera de la que La Unión tardaría mucho en recuperarse, iniciándose en la prensa una campaña contra el gasto superfluo de las procesiones y, aunque el fervor popular se mantuvo y nacieron varias cofradías, volvió la intermitencia en sus salidas, hasta que finalmente volvieron a desaparecer en 1927.

Procesión Viernes Santo. Colección Eduardo Albaladejo

Periodo de 1947 a 1967: identidad minera

A finales de la década de 1940 se reactivó la minería, por su explotación a cielo abierto, reactivándose las procesiones en 1947 con una identidad eminentemente minera, gracias en gran medida al empuje del párroco José Lozano y las familias Barrionuevo y Bernabé.
Con ese objetivo hubo que reponer muchas de las imágenes destruidas en un acto vandálico en julio de 1936, por lo que en abril de 1945 se compró a la Cofradía Marraja, por 700 pesetas, la imagen de Jesús Nazareno, y dos años más tarde, por 600 pesetas, las de San Juan y La Soledad, todas ellas del artista valenciano José Alfonso Rigal.
El Cristo sí se pudo conservar, gracias a un rescate histórico de algunos vecinos, y procesionó, entonces como «Cristo de los Bomberos y Cruz Roja», en la mañana del Viernes Santo, hasta que en 1958 salió, en la noche del Jueves Santo, la primera procesión en solitario del ya «Cristo de los Mineros», con elementos mineros, gran expectación de la prensa y contando con la presencia de los sudarios de las cofradías de Cartagena.
En esos años aparecieron y desaparecieron algunas procesiones, y se hicieron continuas mejoras en los desfiles, hasta que volvieron a desaparecer por problemas económicos en 1967, permaneciendo solo la salida del «Cristo de los Mineros» por la Cruz Roja.

Renacimiento en 1992


Después de al menos dos intentos por recuperarlas, las procesiones de Semana Santa de La Unión volvieron a activarse en 1992 por iniciativa de la Asociación Cultural «Ciudad de La Unión», fundada y presidida por Eugenio Faraco, con la ayuda del párroco José Manzano. Se creó la «Ilustre Cofradía del Cristo de los Mineros», cuyos estatutos se aprobaron canónicamente en 1994, siendo su primer Hermano Mayor José Guerrero.
Hoy en día la cofradía aglutina a siete agrupaciones y, con gran sacrificio por parte de todos los hermanos, un importante apoyo popular y la ayuda del ayuntamiento, saca cada año a la calle unas procesiones que destacan por su singularidad, incluyendo la fuerza de sus saetas y su identidad minera.

Gonzalo Wandosell Fernández de Bobadilla
Cronista Oficial de La Unión

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